Hay un jugador que supo aunar la fineza del estilo brasileño con la sobriedad táctica del fútbol europeo, y lo hizo con una clase tan natural que muchos lo llaman simplemente “El Divino”: Paulo Roberto Falcão.
Cuando se habla de grandes centrocampistas en la historia del fútbol brasileño, nombres como Didi, Zico, Socrates o Rivelino suelen surgir con naturalidad.
Dueño de una zancada elegante, una visión panorámica del campo y una capacidad organizativa sin parangón, Falcão fue mucho más que un simple volante.
Fue el eje de uno de los mejores Brasil que no fue campeón —el del Mundial de España 82— y una leyenda eterna en Italia, donde se convirtió en ídolo absoluto de la Roma.
Su figura sigue siendo venerada por quienes vieron jugar a un mediocampista que parecía flotar sobre el césped mientras conducía los partidos como un director de orquesta.
Este es un viaje por su vida, su carrera, su legado y la razón por la cual Falcão es, sin discusión, uno de los grandes mitos del fútbol brasileño.
Biografía de Paulo Roberto Falcão
Paulo Roberto Falcão nació el 16 de octubre de 1953 en Abelardo Luz, en el estado brasileño de Santa Catarina.
Creció en Porto Alegre, ciudad en la que daría sus primeros pasos como futbolista y donde comenzaría a forjar su leyenda en las filas del Internacional, uno de los grandes del sur brasileño.
Desde joven, Falcão mostró un talento particular para entender el juego. Su estilo no era el del típico brasileño encarador o exuberante.
Lo suyo era pensar, organizar, distribuir.
A los 18 años debutó con el primer equipo del Sport Club Internacional, y a los pocos meses ya era titular indiscutible.
En la década de los 70, fue el gran referente del mediocampo colorado. Lideró al Inter a la conquista de múltiples campeonatos regionales y nacionales, y su estilo empezó a llamar la atención más allá de las fronteras brasileñas.
En 1980 dio el salto a Europa, fichando por la AS Roma, club en el que alcanzó su punto más alto de popularidad y rendimiento.
En Italia fue apodado “Il Divino” por su elegancia y por su manera de dominar los partidos desde la medular.
Con los giallorossi ganó un Scudetto y una Copa de Italia, y llegó a una final de la Copa de Europa.
A nivel de selecciones, fue clave en el Brasil del Mundial 1982, probablemente el mejor equipo de la historia que no se coronó campeón. Su actuación en ese torneo lo elevó al Olimpo del fútbol mundial, incluso sin levantar el trofeo.
Tras su retiro, comenzó una carrera como entrenador y comentarista deportivo. Como técnico dirigió a la selección brasileña, a Japón y a varios clubes importantes de Brasil.
A pesar de sus altibajos como DT, su nombre siempre será sinónimo de respeto.
Palmarés de Paulo Roberto Falcão
Aunque su carrera no estuvo repleta de títulos internacionales, Falcão dejó una huella profunda en todos los equipos en los que jugó.
Su palmarés incluye:
- Campeón del Campeonato Brasileño (Internacional): 1975, 1976, 1979
- Campeón del Campeonato Gaúcho (Internacional): 1973 a 1980 (8 veces)
- Campeón de la Serie A italiana (Roma): 1982–83
- Campeón de la Copa Italia (Roma): 1980–81, 1983–84
- Finalista de la Copa de Europa (Roma): 1983–84
- Incluido en el Equipo Ideal del Mundial 1982
- Reconocido como uno de los 100 mejores jugadores del siglo XX por la FIFA
- Elegido Mejor Futbolista Brasileño en Europa: 1983
- Salón de la Fama de la Roma
Principales equipos en los que jugó Paulo Roberto Falcão
- Sport Club Internacional (1973–1980 / 1985): Falcão es ídolo absoluto del Colorado. Conquistó tres campeonatos brasileños y ocho torneos estatales, en una de las épocas doradas del club. Fue el gran capitán y el faro futbolístico del equipo.
- AS Roma (1980–1985): En Italia vivió sus años más brillantes. Fue líder del equipo campeón del Scudetto en 1983, y estuvo a punto de levantar la Copa de Europa en 1984, en una final perdida por penales ante el Liverpool. Su elegancia marcó época en el Calcio.
- Selección de Brasil (1976–1986): Jugó 34 partidos y marcó 6 goles. Fue figura destacada del Mundial 1982 y también participó en el Mundial de 1986, aunque con menor protagonismo.
Características técnicas de Falcão
Falcão era el mediocampista completo por definición. Estas eran sus principales cualidades:
- Lectura de juego sobresaliente: Sabía dónde estaba cada jugador sin mirar. Anticipaba jugadas con inteligencia superior.
- Técnica depurada: Su control del balón, su toque de primera, su manejo de ambos perfiles eran excepcionales.
- Elegancia en la conducción: Corría erguido, con zancada larga, como flotando sobre el césped.
- Gran pase corto y largo: Podía iniciar jugadas desde la base o asistir con profundidad.
- Gol: Tenía llegada al área y un disparo potente. Marcó goles importantes tanto en Roma como con Brasil.
- Juego aéreo: Pese a no ser un gigante, iba bien de cabeza.
- Orden táctico: Se adaptó al fútbol europeo con una facilidad notable, gracias a su disciplina táctica.
Falcão fue el puente entre el fútbol arte brasileño y el rigor táctico europeo. Lo tenía todo.
Posición de juego de Paulo Roberto Falcão
Falcão era un mediocampista central, pero con libertad para avanzar. Jugaba como “volante mixto”, con capacidad tanto para recuperar como para construir.
Era el típico “8” brasileño, aunque su estilo encajaba más con lo que hoy se considera un interior o un centrocampista box to box.
En la Roma solía jugar en un mediocampo de tres, compartiendo tareas defensivas y ofensivas.
En Brasil, era el que marcaba el tempo del equipo junto a Sócrates y Cerezo, en una línea de volantes irrepetible.
Su posición lo convertía en un jugador indispensable. Siempre estaba donde debía estar.
No necesitaba correr más que nadie: con moverse en el momento justo, bastaba.
¿Por qué es uno de los mejores jugadores brasileños de la historia?
- Dominó tanto en Sudamérica como en Europa: Fue figura en el Inter de Porto Alegre y leyenda en la Roma. Pocos brasileños han triunfado con tanta elegancia en ambos continentes.
- Eje del Brasil más recordado sin título: El Brasil del 82 es admirado como un equipo de culto. Falcão fue su termómetro, su líder silencioso, su brújula.
- Estilo inconfundible: Su manera de moverse, de jugar, de manejar los tiempos lo distinguía de cualquier otro mediocampista de su época.
- Elegancia y disciplina táctica: Fue el ejemplo de cómo combinar la estética brasileña con la estructura táctica europea. Un modelo para generaciones futuras.
- Figura en Roma y en Brasil: Muy pocos futbolistas pueden presumir de haber sido ídolos absolutos en dos lugares tan diferentes. Falcão lo logró.
- Liderazgo sin estridencias: No necesitaba gritar ni alardear. Su sola presencia ordenaba a los suyos y desorientaba a los rivales.
- Referente eterno: Aún hoy, es mencionado como ejemplo cuando se busca el ideal de un mediocampista moderno.
Curiosidades y anécdotas de Paulo Roberto Falcão
- El gol del alma en el Mundial 82: Ante Italia, en el famoso 2-2 parcial antes del tercer gol de Paolo Rossi, Falcão empató con un zurdazo cruzado. Su celebración, con los brazos abiertos y los ojos al cielo, es una de las imágenes más icónicas de los Mundiales.
- Rechazado por el Flamengo: En sus inicios, el club carioca lo descartó por considerarlo “lento”. Un error que el tiempo se encargó de evidenciar.
- Relación con Totti: Aunque nunca coincidieron como jugadores, Totti siempre lo mencionó como una de las grandes referencias de la historia del club. Falcão es parte del selecto grupo de “reyes” romanistas.
- Enemigo de la prensa amarilla: Siempre fue reservado y evitó los escándalos. Su imagen fue siempre la de un caballero, dentro y fuera del campo.
- Políglota del fútbol: Habla portugués, italiano, español e inglés con fluidez. Su educación y cultura lo convirtieron en comentarista y técnico muy respetado.
- Entrenador de la selección: En 1990 fue designado seleccionador brasileño, aunque solo dirigió 11 partidos. Su paso fue breve, pero digno.
- Experiencia en Japón: En los 90, dirigió al Shimizu S-Pulse en la J-League, ayudando al crecimiento del fútbol nipón.
Conclusión Paulo Roberto Falcão: El Rey de Roma y el centrocampista más elegante del fútbol brasileño
Paulo Roberto Falcão fue más que un jugador: fue un estilo.
Representó la inteligencia, la estética y la eficacia en un solo cuerpo.
En un fútbol que suele premiar lo espectacular, él se destacó por lo sutil. Donde otros corrían, él pensaba.
Donde otros golpeaban, él acariciaba el balón.
El «Rey de Roma» y cerebro de un Brasil inolvidable, Falcão no necesitó levantar una Copa del Mundo para quedar en la historia.
Su legado se escribe con pases precisos, goles de media distancia, liderazgos calmos y una elegancia que pocos han igualado.
Mientras el fútbol siga valorando la inteligencia en la cancha, el nombre de Falcão seguirá siendo una referencia obligada.
Un maestro del mediocampo. Un señor del balón.